Bien vale ser diferente (a propósito de las fiestas gastronómicas de verano)

Nada mal con las fiestas, necesarias como breve revulsivo de lo cotidiano. Salvo por esa uniformidad alienante desde que el formato de “fiesta costumbrista” comenzara su camino en Castro allá por el lejano 1979. Solo algunos detalles, sobre todo presupuestarios, diferencian el trabajo repetitivo de municipios y comunidades, teniendo enfrente muchísimas posibilidades de crecer en diversidad temática, para beneficio de locales y visitantes.