Crítica de restaurantes. Rancho Cunaquino, en Cunaco: a todo campo

En el medio del salón, el brasero encendido y encima una tetera grande, vaporeante invitando como lo haría el más amable de los anfitriones. Es una táctica de calidez combinada con un comedor de piso rojo, más mesas cuya sencillez se cubre de manteles blancos y un aire casero. Es que tras medio siglo de trayectoria en el Colchagua profundo, allí se sabe atraer con los códigos del campo.