Gastroefemérides. Día Nacional del Vino: el gusto es de todos

Chingana, siglo XIX.
Chingana, siglo XIX.

Lo importante para la celebración de este 4 de septiembre, es recordar que los iniciadores de la vitivinicultura chilena fueron muchos, porque durante los primeros años de la Colonia había viñedos en casi todos los solares de Santiago y chacras aledañas, con nombres que resuenan hasta hoy en el imaginario colectivo.

 

Por Amalia Castro San Carlos (*)
En memoria de Juan Guillermo Muñoz y su María de Niza

La vid llegó a Chile de la mano de los conquistadores españoles al territorio nacional, junto con una verdadera biota de plantas, frutales y animales domésticos, buscando recrear sus pautas culturales alimentarias en las nuevas y desconocidas tierras que los habrían de albergar por tiempo indeterminado. Ante la incerteza, era necesario asegurar algunos elementos claves en las vidas de los recién llegados, entre ellos el vino hecho con sus uvas. Era necesario junto al trigo para, entre otras cosas, para la celebración de la misa católica. El vino además era parte de su vida cotidiana, acompañándolos en los dolores y las alegrías y como un medio para mantener la buena salud, en momentos de dudas sobre la calidad del agua. Con ese fin trasladaron desde el viejo continente y entre gran cantidad de nuevas plantas, a la vid.

El historiador Gonzalo Rojas Aguilera rescata la primera mención de la palabra vino en Chile, desde la segunda carta de don Pedro de Valdivia al rey Carlos I de España, más conocido como emperador Carlos V en el resto del mundo, del 4 de septiembre de 1545, en la Ciudad de La Serena. En ella expresa: “Viniendo el capitán Alonso de Monroy a cibdad [ciudad] de Arequipa a comprar armas y cosas para la gente, diciendo a ciertas personas la necesidad que tenía de un navío y como el gobernador Vaca de Castro había enviado a llamar al maestre de uno para concertar con él viniese a estas partes, y no se atreviendo el maestre a eso, un vecino de allí, llamado Lucas Martínez Vegaso, súbdito y vasallo de V. M. y muy celoso de su Real servicio, que tal fama tiene en aquellas partes, sabiendo el que a V. M. se hacía, y la voluntad del gobernador, por quererle bien, cargó un navío que tenía de armas, herraje y otras mercaderías, quitándole de las granjerías de sus haciendas, que no perdió poco en ellas, y vino, que había cuatro meses que por falta dél [de él] no se celebraba el culto divino, ni oíamos misa, y me lo envió con un amigo suyo llamado Diego García de Villalón, y sabido por el Gobernador, se lo envió mucho a agradecer y tener en grand [gran] servicio de parte de V. M.”

Plano de Santiago, 1642. Fuente: Memoria Chilena.
Plano de Santiago, 1642. Fuente: Memoria Chilena.

Los viñedos en Chile comenzaron a desarrollarse rápidamente, a lo largo del valle central y junto con los principales centros poblados en época colonial. De acuerdo al cronista y observador de la época, Jerónimo de Bibar, Rodrigo de Araya (perteneciente a la hueste de Pedro de Valdivia) habría sido el introductor de la vid en Chile en su chacra de El Salto, que le había sido entregada en merced en 1545. El historiador del vino Juan Guillermo Muñoz, ya fallecido, experto colonialista, aclara que por la misma época Pedro Gómez de don Benito vendió su viña, formada varios años antes; al mismo tiempo, el naturalista Claudio Gay afirmaba que ya en 1551 se comían uvas en Santiago y La Serena.

Lo importante aquí, en todo caso, es que los iniciadores de la vitivinicultura en Chile fueron muchos, porque durante los primeros años de la Colonia había viñedos en casi todos los solares de Santiago y Chacras aledañas, en los que se producía vino para consumo personal. Allí nos encontramos con los nombres de Francisco de Aguirre, Juan de Jufré, Rodrigo de Araya, Bartolomé Flores e Inés de Suárez.

A poco andar, la producción de vino fue lo suficientemente abundante como para demandar regulación por parte del Cabildo, sobre todo el que producían los indios en la Chimba, de uva y de higo. Fiesta y borrachera se conjugaron como una estrategia mágico-ritual indígena para vencer a sus enemigos. Los encargados de vigilar su comportamiento en las rancherías, el Capitán y Juez de Comisión, denunciaron estos hechos, lo que llevó a tomar medidas estrictas, como eliminación de rancheríos, viñas e higueras.

La ciudad, entonces, el 3 de julio de 1579 determinó que:  “el muy ilustre señor Rodrigo de Quiroga, caballero de la orden de Santiago, Gobernador e Capitán General e Justicia Mayor en este Reyno de Chile por su Majestad, dijo que por cuanto de tener los indios naturales de los términos de esta ciudad alrededor de ella, en la Chimba, viñas e higuerales en sus solares e chácaras y cercados resulta grande perjuicio de Dios Nuestro Señor, porque el esquilino de ello lo hacen mosto, y lo beben y se emborrachan, de manera que se matan unos a otros, y estando borrachos hacen muchos insultos, hasta el pecado nefando; mandaba e mando que se apregone públicamente que todos los indios que tuvieren en sus solares e cercados viñas e parrales e higuerales, dentro de 4 meses primeros siguientes, los decepen y arranquen de raíz, o vendan a españoles las dichas viñas y heredades , so pena de que, pasado el dicho término y no lo cumpliendo, hayan perdido e pierdan las dichas chácaras, o solar o cercado aplicados para propios de esta ciudad en las cuales los da por condenados lo contrario haciendo. Y da poder e comisión al Cabildo, Justicia e Regimiento de esta ciudad y a los Alcaldes ordinarios para que los ejecuten” (Enrique Matta Vial. Revista Chilena de Historia y Geografía. Año 12, nº 47, Tomo XLIII, 3º trimestre 1922, pp. 85-86 (también aparece en: Rev. Chilena, nº 21, mayo de 1919). Si quieres saber más de este tema pincha aquí.

Bar de vinos, Santiago Centro, 2023.
Bar de vinos, Santiago Centro, 2023.

Por la misma época, aparece un personaje notable en la historia del vino y el pisco chilenos: María de Niza, sobre quien investigó el ya mencionado Juan Guillermo Muñoz. En La Cañada, actual Santiago de Chile, vivió María, hija ilegítima de un rico comerciante italiano (Guillermo de Niza, Cerdeña, 1523) y una joven india peruana. Logró insertarse social y económicamente en un estrato medio de una sociedad elitista gracias a su trabajo en la elaboración de vino y aguardiente. Contó con el apoyo de su padre, quien la dotó para su primer matrimonio (en 1562 con el boticario Antonio de Guillonda) con un terreno y casas en la Cañada, colindante con el convento de San Francisco y con la chacra y viña de la familia de su madre.

Su viña, entonces, se encontraba junto a un convento y un curso de agua, que marcaban una frontera al centro del trazado urbano. En su testamento, deja anotado entre sus bienes una bodega con diez tinajas -una con vino- y un “alambique de sacar aguardiente”. Todo esto, en una fecha tan temprana como 1586, pone a María de Niza como una pionera por su género, condición social y actividad económica (si quieres saber más de María de Niza, pincha aquí https://revistarivar.cl/images/vol1-n3/7Correa.pdf).

Con todo esto, cuesta creer que recién el año 2015 se reconoce el 4 de septiembre como el día del vino chileno, por un decreto presidencial firmado por la ex presidenta Michelle Bachelet, en honor a la primera mención del vino por Pedro de Valdivia. Esta celebración se establece para reconocer la importancia histórica del vino en Chile, como cultura, identidad, economía y patrimonio. Por eso, hoy día, tome una buena copa llena de vino chileno y brinde hacia lo alto, recordando a todos los que hicieron posible en Chile hacer ¡salud! Y disfrutar de un vino cargado de historia, sabores y saberes.

(*) Licenciada en Historia (Universidad Finis Terrae), Doctora en Historia (Universidad Nacional de Cuyo). Parte del CIAH (Centro de Investigación en Artes y Humanidades) Universidad Mayor, Proyecto ATE220008. Su línea de investigación se centra en el patrimonio e identidad agroalimentaria, estudiando la historia y puesta en valor de productos típicos chilenos, muchos de ellos sometidos a procesos de modificación, invisibilización y/o hibridación. También aborda temas asociados a los sentidos en la conformación del gusto y modos de mesa.  

Comparte: