Carlos Reyes M.
Publicado en El Llanquihue, 23 de mayo de 2023.
Pongámoslo de acuerdo a las pautas de la realidad social actual: ¿cuánto cuesta reflexionar? Porque su valoración está más bien clara; eso de centrarse en un tema o en un concepto, exponer sus virtudes y contradicciones para luego, si es posible, establecer una síntesis conciliadora de lo debatido inicialmente. Es el ejercicio dialéctico clásico, como parte de las posibilidades a la hora de pensar. Pero ¿Cuánto vale hacerlo dejando de hacer por un momento lo urgente, lo cotidiano, sobre todo para reflexionar respecto de algo ídem?
En específico ¿Cuánto vale hacerlo en torno del comer, una de las acciones más poderosas inherentes al ser humano… o acaso la mayor? Sin el alimento diario, sea recolectado, producido por medio de la agricultura, la ganadería o bien la caza -la pesca se trata de eso- ¿Estaríamos disponibles acá escribiendo este artículo? O por otro lado, ¿qué pensar respecto de la cocina, actividad humana que con el correr de los milenios nos ha transformado incluso físicamente en relación a nuestros ancestros y que sigue haciéndolo?
La acción del comer, su importancia, zumba como un ruido de fondo casi, casi inaudible, que de tanto en tanto resalta disonante o armónico frente a nuestros sentidos. Al detenernos en tono reflexivo, podríamos, por ejemplo, tomar en cuenta que hacerlo depende de factores poderosos como el clima, el territorio, la despensa cercana y sus costos (uf, la inflación), la influencia cultural, las migraciones, el momento de su consumo (una empanada para el 18 por ejemplo), su valor nutricional, los tabúes…
Estas y tantas otras variables confluyen, con el correr del tiempo y las generaciones, en un acervo identificado por muchos como propio. De eso se trata en líneas generales la idea de patrimonio alimentario y culinario. Por estos días -este viernes 26 en Arena Puerto Montt- una cita de importantes expositores venidos desde la región y de otras partes del país, ofrecerán por medio de sus relatos, algunos marcos de referencia que permitan, ante todo, detenernos a encontrarle otro sabor a la comida local. El condimento esencial de lo propio.
Ya, pero ¿Cuánto cuesta? Usted sepa ponerle precio.