En Las Quemas, en la zona poniente del Puerto Montt campestre, Fernando Arriagada y su familia honran a sus padres y abuelos justo entre el fin del verano e inicios del otoño. Es el momento en que las variedades más tardías de las manzanas sureñas están maduras, listas para la chicha. Tras la colecta y lavado, la fruta se muele y se pone en sacos que luego, con la ayuda de una prensa de madera, heredada y centenaria, extraen el jugo que puede beberse de inmediato ofreciendo su generoso dulzor.
Pero mejor tenerle paciencia y al cabo de semanas o un par de meses, se convierte en chicha fresca y frutosa. Esa que ha acompañado a los puertomontinos y a los sureños de Chile en general, desde casi el momento mismo en que aquel producto arribó a esas tierras, hace ya varios siglos.
Fueron los integrantes del Movimiento de Lluviosos Ciclistas quienes pusieron el entusiasmo en la colecta y en el proceso de elaboración de esta bebida tradicional, aprendiendo de paso acerca de un producto vivo y patrimonial.
(*) música por Viaje al Sabor