Comentario. Turismo en el sur: son las aguas de marzo

Carlos Reyes M.
Publicado en El Llanquihue, martes 28 de febrero de 2023

Como una explosión de gentes y movimiento virtuoso a fin de cuentas, la temporada alta supone
una oleada de estímulos, en particular para las cocinas de la región. El flujo turístico se ha
fortalecido -quizá menos lo esperado- respecto de tiempos prepandémicos, pero sin duda ese flujo
aporta en engrasar los engranajes –casi siempre chirriantes-, del desarrollo culinario público. Solo
con demanda se consigue un ritmo de trabajo que, de continuar el resto del año, de seguro sería
fuente de consolidación de equipos, de ideas, de crítica. En suma, progreso para una actividad,
que se asoma clave en el devenir económico en Los Lagos.

El tema es que enero y febrero acaban y llega el tercer mes del año, con su cargas propias del
retorno masivo a esa cierta normalidad de lo cotidiano. Allí es donde importa cuestionarse a nivel
público y privado, ¿se podrán estirar algo de esa fuerza propia de la temporada alta? Es cierto que
algunas autoridades a nivel nacional estiman alargar el período, en consonancia particular con los
efectos de los incendios de la zona centro sur; pero los decretos se convierten en pensamiento
mágico si la comunidad no engancha y se estimula, por medios propios, en pro de conseguir llegar
a esa meta.

Aparecen oportunidades en el horizonte para ese objetivo. Como la legendaria canción del
brasileño Tom Jobim, el frescor de las aguas (lluvias) de marzo, fruto del oscilante clima de la
región, resulta un espacio gozoso para ese público nortino y nostálgico, abrumado por la sequedad
de su entorno, atento a paisajes melancólicos y enemigo de las aglomeraciones estivales. Sin duda
agradecerá la tranquilidad en un comedor con vista al mar, al lago, a la ciudad que les parece ajena
y grata a la vez porque no se trata de “su” ajetreo. Un visitante creciente en silenciosa cantidad y
necesitado de servicios acordes a su interés: el agua vende, y por lo mismo se requiere de
estímulos -llámese eventos, promociones-, a tono con aquellas ganas de sur.

Asimismo, las comunidades locales requieren que diversas acciones de sus territorios no se agoten
al llegar el último día el segundo mes del año. En ese sentido, “un verano permanente” podría ser
una buena consigna.

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