Columna. Vino al futuro, el potencial del vino en la Región de Los Lagos

Parras en el fundo Lechagua, Ancud.
Parras en el fundo Lechagua, Ancud.

Por Carlos Reyes M.
Publicada en diario El Llanquihue, Puerto Montt, 3 de enero de 2022.

En el reciente Sabores del Puerto, uno de los espacios más requeridos por todos los asistentes a esa fiesta hecha en Arena Puerto Montt, fue el del vino. En copitas de plástico, cientos de personas consintieron una cita que podría ser cada vez más frecuente: maridar. Hubo amistad entre los mariscos y el chardonnay; entre salmón la cepa país -sí, el tinto va con pescados -; se vieron a papas y chanchos ahumados abrazando de manera fraternal a un carmenere cargado a la barrica. Sumó y siguió aquel diálogo, aquella vez y ahora, de seguro, en estas fiestas de bienvenida al 2023 celebradas hace tan poquito. Hay un interés, creciente, por nuestra bebida emblema.

Por raro que parezca, para miles de chilenos es un descubrimiento que el vino chileno posea una amplísima diversidad de cepas, estilos, terruños, historias de vida, patrimonio cultural inmaterial, repartidos por todo el país. Más aún revelar que la Región de los Lagos se perfila como el territorio del futuro para la vitivinicultura, ante los inevitables efectos del cambio climático y las condiciones para generar vinos blancos y tintos ligeros. Hay adelantados: Casa Klocker Prambs en Frutillar, que acaba de lanzar el primer espumante de la cuenca del lago. También Ribera Pellín, en Osorno, trabajando desde hace más de una década, instalados cerca de Coteaux de Trumao, fino pinot noir nacido de plantas de rulo en San Pablo. A propósito de esa cepa: está el caso más extremo de los curicanos de Villaseñor, que desde un terreno de menos de una hectárea en Cochamó, producen una de las botellas más singulares del país. Además de las plantaciones en Rilán, Isla Mechuque y Ancud, harán de Chiloé un destino para blancos y espumantes.

Ahora, no se nota su presencia en las mesas regionales; hasta el momento gran parte de esas botellas, elaboradas en un territorio tan complejo para el vino, parten a la zona centro o a un destino de exportación. Así las cosas, con el vino y su cultura asentándose con lenta firmeza hacia la zona, valdría tenerlos más cerca, destacados en tiendas y restaurantes, dando a conocer su carácter y generando maridajes vistosos con gastronomía local. Beber lo propio es una buena costumbre.

Comparte: