Enoturismo en Chile: se bebe, se viaja, se disfruta

Juan Carlos Lisoni.
Juan Carlos Lisoni.

Por Carlos Reyes M.
Publicado en revista LA CAV, enero 2023.

Los modales, los pasos de Juan Carlos Lisoni, recuerdan lo que cualquier iniciado en mundo del vino entiende por cabernet sauvignon. La sobriedad de su correcto traje azul marino, la elegancia en su trato, la convicción de sus palabras, denotan cómo se toma en serio su rol como el principal guía del más señero de los integrantes del holding Concha y Toro. Por mucho que ahora Don Melchor sea una viña aparte, en el fondo, su porte y sus maneras de relatar la historia -su historia- recuerdan que todo lo que se aloje allí en Pirque, desde su palacete decimonónico, el enorme y cuidadísimo parque o la ajetreada bodega de holding viñatero más grande de Chile, forma parte de una misma familia. El tronco principal del clan, por mucho posee la mayor cantidad de visitantes de una viña en Chile, con un restaurante recientemente inaugurado, pero su trabajo consiste en atender a unos pocos centenares de visitantes -unos 400 al año- que acuden a esa exclusiva degustación de vinos. Este es solo un ejemplo de un amplio ecosistema de ofertas enoturísticas de esta y otras tantas viñas repartidas por el país. Todas entretejen un atractivo panorama según sea el gusto de quien los busca.

Dentro de la gama de alternativas, el tour Don Melchor es más bien recomendado para especialistas. O para fans -sobre todo brasileños- de un vino criado como noble desde 1987, algo que hacen sentir desde la bienvenida a manos de Lisoni. Él invita a recorrer la casona copa de espumante Subercaseaux en mano, apreciando el interiorismo afrancesado de época, rodeado de cuadros que recuerdan al fundador de la viña y a una parentela que ostentó títulos nobiliarios allá en lo profundo de la Colonia. Cuando la posta de visitantes llega a las manos del sommelier Massimo Leonori, el paisaje muta a lo actual, escenificado por un salón redondeado por gran mesa ovalada y una pantalla gigante cuyo video inicia el momento estelar: la cata. Se explica el trabajo enológico, las variedades plantadas en el campo, la división en siete parcelas separadas gracias a estudios de suelo y el ojo en el terreno, que derivan luego en una selección de vino terminado desde tres puntos del viñedo.

Las copas sumadas en la mezcla y la habilidad de quien las sirve, aportan distinción; tanto como la cosecha 2019, la última disponible, que entra en la recta final de la degustación junto a quesos finos de la zona. Los US$180 que vale la experiencia puede acrecentarse si deciden comprar una botella en la tienda contigua al salón.

Hay otras tantas experiencias enoturísticas repartidas a lo largo del país vitivinícola, que responden a criterios tanto de lujo como de originalidad. Existe un auge, o tal vez un renacer postpandemia, de las expresiones del rubro, al punto de que este 2022 Enoturismo Chile premió a las mejores alternativas de la temporada. Son 160 los viñedos que ofrecen algún tipo de servicio considerado como turístico asociado al vino, de acuerdo a esta institución en cuyo directorio se encuentran las principales asociaciones y entidades público-privadas dedicadas al turismo nacional. Su idea es que al año 2027 se duplique la cantidad de visitantes a las viñas, llegando a unas 2.000.000 personas por temporada y más que duplicar la cantidad de empresas del rubro con infraestructura turística. “Cuando partimos en 2019 teníamos 700 mil visitas anuales en las viñas, pero con la pandemia nos fuimos a negro. Hoy estamos en torno a las 500 mil personas, fundamentalmente nacionales, a la espera que vuelva el público internacional. Nos encontramos en un proceso de estabilización de la oferta por diversas cosas  (los precios, la situación internacional), pero mantenemos el foco de que el enoturismo sea un imperdible para chilenos y extranjeros, que puedan conocer la variedad del territorio”, dice la gerenta del programa Alicia Ortiz. Y sobre el concurso: “la idea es visibilizar la oferta que no es conocida, reconociendo el trabajo del sector en general”, cuenta.

Viñedos de Alcohuaz.
Viñedos de Alcohuaz.

Un paneo de norte a sur entrega pistas gratas de paseos difíciles de olvidar. Irse, por ejemplo, a uno de los extremos del Valle del Elqui y su soleado casi perpetuo, para ascender incluso hasta los 2.206 metros de altura y regocijarse con un paraje cordillerano del vino. Viñedos de Alcohuaz es un sitio improbable y desde aquella premisa basa su atractivo. El ambiente ayuda a comprender de qué se habla cuando se hace sobre vinos andinos, donde el sol, la tierra y el clima convergen en uvas de piel gruesa, que requieren de un pisoneo a la antigua, con los pies, en lagares de piedra que son una parte de un espectáculo reservado a tiempos de vendimia. Aquello se puede apreciar en un recorrido iniciado en sus viñedos en pendiente, dominados por el paraje rocoso circundante, el aire seco de la cordillera -cálido o frío, según la hora del día-, para luego pasar por una pirámide energética donde, dicen, los turistas tienen un espacio para el reposo y la toma de fotografías. Solo después se lanzan a probar tres de sus vinos, incluyendo RHU, el tope de línea de este pequeño viñedo. Spoiler: el recorrido suma un paso por la bodega y por una notable sala de degustación cavada en granito, donde reposan en silencio algunas de las mejores botellas de la viña. Un trayecto de sensaciones distintas que vale $ 30.000 por persona.

Bodegas RE.
Bodegas RE.

Las características personales de las pequeñas viñas suelen darle un condimento extra a los recorridos turísticos. Salvo los grandes proyectos turísticos, apuntalados por los años de trayectoria -o décadas o ya más de un siglo- permiten soportar grandes flujos de público y no morir en el intento. Tal vez por eso en muchos lugares del valle de Casablanca no se pasó la valla de la consolidación desde el enoturismo, al menos mirando desde Ruta 68. Hasta el fin de la década pasada floreció un intenso flujo de visitantes por aquella vía, desde el peaje hasta las cercanías de la ciudad que domina el valle. Hoy solo perviven, de manera evidente, los proyectos alejados de la carretera y que aporten la necesaria distinción para que salirse del camino valga la pena. Allí se hace querer la propuesta de Bodegas RE, a poco más de un kilómetro del poblado, cruzando por camino Lo Ovalle hacia el norte. A poco de abrir las visitas se suceden. No se trata necesariamente de grupos grandes, muchas veces tampoco tan organizados. Usualmente llega gente camino a la costa sin plan de por medio, así que ante la evidencia están preparados para satisfacer cualquier decisión inesperada. Mal que mal, el turismo hace el 50% de sus ingresos anuales. Es que su bodega subterránea invita, llena de tinajas y recipientes construidos para acoger y trabajar las uvas elegidas por la familia Morandé, sean de ese valle o del secano maulino de donde es originario el clan.

Al ser una bodega sin campos alrededor, es clave enfocarse en su sala de ventas y de degustación, más conocido como Emporio Re. Es un espacio amplio, casi como el comedor de un restaurante -entregan almuerzos previa reserva- donde casi todas las cosas suceden. Se realizan tanto degustaciones express como jornadas más reposadas y con pequeños picoteos a modo de acompañamiento. Algunas viejas cosechas y ediciones limitadas se sirven solo allí, como ReCuerdo un vino blanco con frutas llevadas desde Cauquenes. O sus licores denominados Reliquias, creados en una sala especial y que reposan durante meses o años en botellones de vidrio a la vista de los visitantes; eso se extiende a los vinagres balsámicos y los aceites de oliva, que aparecen destacados junto a un segmento de artesanías e insumos locales. Son en total tres tours y cinco degustaciones, una amplia gama de opciones que parten desde los $ 12.000 por persona, sumado a la posibilidad de retozar en un pequeño patio sombreado, con hamacas y sillas, mientras se bebe parsimonioso el vino de la casa. Una parada singular camino a la costa.

Hace un par de meses, Enoturismo Chile reconoció por primera vez las mejores experiencias del vino en el país por medio de un concurso que sumó viñedos de larga trayectoria, junto a lugares emergentes que mueven el interés de los visitantes en diversos territorios. Entre los primeros, Santa Rita, en Alto Jahuel, fue galardonado por resaltar el ideario clásico del vino del valle del Maipo, junto a una constante profundización de un ideario turístico que, entre otras cosas, aprovecha el paisaje rural de la zona central chilena. Hay hitos dignos de considerar, como el medio siglo que su parque de 40 hectáreas es Monumento Nacional, o bien por alguno de sus 10 tours -desde los $ 20.000 por persona- pensados en cubrir las miles de hectáreas de viñedos e historia con los que cuentan

Así las cosas, se cambia para que las cosas sigan tal cual. En ese sentido ya desde su cómoda página web se accede a cada uno de sus servicios de manera fluida, mostrando además algunos elementos distintivos: el Museo Andino a modo de ejemplo, uno de los mejores de Chile en el ámbito arqueológico. También aparecen una serie de programas que permiten, por ejemplo, pasar el día en la viña, sea tomando algunos de sus degustaciones o recorridos, como también paseos por su parque o bien, por qué no, alojar en la casona cuyas 16 habitaciones permiten una inmersión completa en el ambiente de la viña. O ir aún más allá con Casa Parque, una villa inserta dentro del mismo sector, decorada bajo los parámetros patrimoniales que bien cuidan. Otro de los cambios está en la cocina; su restaurante Doña Paula volvió a la normalidad, vale decir volvió a ofrecer carta en vez de menú. Allí el tiempo se detuvo entre osobucos al vino tinto, carpaccios de carne vacuna, ostiones grillados a la mantequilla blanca o esos fricasés de vieja escuela, que junto a las ponderaciones, recuerdan los años de la cocina chilena burguesa del siglo XX. Todo por cierto, acompañado de los vinos de la casa, que forman una amplia familia de marcas y terruños en Chile y Argentina.

Viña Montes.
Viña Montes.

Las instalaciones de Viña Montes, en Apalta, el corazón VIP del valle de Colchagua, es otro de los espacios enoturísticos que suelen animar el panorama nacional. Este año destacaron fuera, al ser considerados como la tercera viña para visitar en el mundo en 2022, de acuerdo al premio World Best Wineyards. Llegar a ese nivel corresponde un desarrollo iniciado, al menos, desde 2004 cuando se abrió la nueva bodega. “Allí se construyeron espacios dedicados especialmente al turismo”, cuenta Evelyn Ramírez, su gerenta comercial. Todo parte con tours desde los $ 27.000 por persona, donde se aprecia durante unos 90 minutos, una bodega diseñada bajo la filosofía del Feng Shui, recorrer su sala de barricas donde suena el canto gregoriano que de alguna manera aumenta la sensación de reposo de los vinos. Luego viene el cierre en su tienda, el Emporio del Ángel.

La unión con Fuegos de Apalta, el restaurante gestionado por el reconocido cocinero argentino Francis Mallman -y que de a poco hace escuela en el valle- potencia la propuesta. Hay dos opciones de tour y almuerzo, una de ellas de tres tiempos guiada por un sommelier, otra más sencilla, sin orientación de vinos, aparte de una más express llamada Horno de Barro, aprovechando las brasas y los fuegos permanentes dispuestos en las zonas de cocina y el comedor del lugar. Y aparte de lo anterior, recorridos más alejados, como un trekking de seis kilómetros por el viñedo y el parque contiguo; además de otro recorrido por las viña, más privado y cargado de lujo. Se llama Evolution y requiere datos especiales “como de que país vienen, conocer sus nombres y si necesitan algún requerimiento especial para que esta visita sea lo más personalizada posible”, comenta Evelyn Ramírez. Es para un máximo de seis personas -da lo mismo si son dos o cinco- donde son recibidos por un guía con conocimiento superior en vinos, que orienta por una cata vertical de cuatro añadas antiguas del vino de alta gama que ellos elijan -Montes M o Folly, entre otros-. Se pueden llevar una de esas botellas, solo abiertas para la degustación y bajo el sistema coravin, que permite que los vinos se conserven sin problema. Su valor: $ 600.000 por persona.

Otra experiencia enoturística de nivel es la de viña Miguel Torres. Desde el kilómetro 195 de Ruta 5 Sur ha ganado protagonismo en la zona de Curicó, al punto de que Enoturismo Chile los consignó como la mejor en el segmento, dentro de la Región del Maule. Un logro consolidado por el tiempo que llevan ofreciendo diversos servicios que suman visitas desde 1998, cuando la bodega y sus campos se abrieron a público. Desde allí en más, han sumado servicios. De un lado la apertura de Restaurante La Bodeguita, en la entrada de la viña, le ha dado un vuelo especial gracias al trabajo en cocina de su chef Gabriel Ramos. Del otro, la suma de opciones de degustación y recorridos le entrega bastante juego al visitante para la entretención entre parras y copas. Los tours parten desde los $ 15.000, con un recorrido simple, para luego ir por agregados como degustaciones con quesos y chocolates, paseos en bicicleta por el fundo Maquehua que terminan con una degustación de dos copas. Hay pruebas especiales de vino, en especial de la línea Cordillera y el espumante Estelado, que suman un buen abanico de alternativas, matizadas de buen servicio y una impronta internacional.

Una mirada alternativa

Hay visiones más íntimas y boutique en el mismo Colchagua y a medida en que se avanza hacia el sur, donde se atomizan los campos y los propietarios de bodegas y viñedos. En ese sentido destacan proyectos donde el turismo es accesorio, pero de todas maneras bienvenido y desarrollado a su manera. La diversidad de vinos a escala humana de L’Entremetteuse se concentra en eso, en el vino; más que en otros atractivos complementarios. “Creo que el turista va a una viña porque hay un paseo a caballo, un buen restaurante, pero no porque le gusta el vino ¿Es realmente eso el enoturismo?”, se cuestiona con franqueza Laurence Real, quien lidera un proyecto en que por supuesto el vino es el eje, en el que el turismo es “una herramienta para dar a conocer los vinos, venderlo directamente y tener una conversación con el cliente final”, dice.

Así las cosas concentra visitas con anticipación a su bodega, donde la idea no es tanto probar sus vinos sino acercarse al trabajo de este. Así que, a veces, el visitante podrá ayudar a momentos como el embotellado o bien el trabajo directo en tiempos de vendimia. Más bien una oportunidad para conocedores. En ese sentido, consciente de que su bodega no tiene instalaciones dedicadas, creó un sistema de visitas con sus vinos a ciudades cercanas como Santa Cruz. “Es una especie de tour nómada, sin horario fijo, donde nosotros les llevamos el vino al lugar donde alojan y podemos conversar; es un relato más libre y profesional a la vez”, confiesa la enóloga, que por $ 25.000 por persona lleva cinco botellas y pueden llevarse dos de ellos a elección -el vino se saca con coravin- luego de la prueba y de la charla.

Viña Mujeres de Itata.
Viña Mujeres de Itata.

Otro de los proyectos de vino y turismo destacados en el listado de Enoturismo Chile se encuentra en Itata, cerca de Nipas. Es Viña Mujeres de Itata liderado por Loreto Alarcón, a quien desde muy temprano se inclinó por el vino y sus circunstancias, postergando su instinto creativo en el área hasta hace una década. No fue un paso corto aprovechar los extensos caminos campesinos, las vegas, los bosques cercanos a unas viñas, a veces en cabeza y otras de acuerdo a las técnicas más modernas de vinificación. Son una veintena de hectáreas donde hay dos bodegas: la de su padre, la antigua, con lagares de concreto y fudres; luego está la de la hija, más compacta y moderna, donde aparte de barricas y bines luce un quincho y un comedor que protege del sol y del calor veraniego con estilo. La gran mayoría de los visitantes proviene de Concepción, quienes poco a poco retoman los contactos emocionales con el vino de la zona; la idea para es que se asienten con calma, tomando refrescos y luego caminando hacia la vieja bodega para que el campo se sienta. Después, almuerzo y degustación de vinos para finalmente recorrer parte de los viñedos, en especial una lomita dominada por viejas parras de país, a un par de kilómetros del comedor y la bodega. El valor de aquel recorrido es de $ 35.000 por persona

¿Qué le otorgó el reconocimiento a la mejor viña emergente para el enoturismo? “Un servicio creado solo para mujeres, donde se degustan los cinco vinos que tenemos, con maridaje, para después y dependiendo de la época del año, se toma un café o un refresco con bocadillos, concentrando la conversación en temas femeninos, guiados por una couching que además es gran conocedora del vino -Mariela Vergara-, quien se motivó para ayudar a crear esta idea”, comenta Alarcón de esta experiencia que vale $ 60.000 por persona y que dura un día completo. Lo que se viene: espacios de terapias alternativas pensadas para mujeres, siempre con el vino por delante.

Chile Vuelos.
Chile Vuelos.

Lo otro es, sencillamente, volar. Ir desde Santiago a sobrevolar los campos aledaños a la capital, conociendo en detalle las formas que dan vida, por ejemplo, al valle del Maipo. Mucho más entretenido que verlo por Google Maps, ¿no? Es parte de lo aportado por Chile Vuelos, empresa especializada en vuelos de corte turístico, que durante 2022 se volcó a recorrer viñedos de las regiones Metropolitana y de O’Higgins. Todo comienza en el aeródromo de Tobalaba, a mediodía, donde se aborda un avión Cessna para cinco personas -mascotas incluidas si lo desea- para enfilar a viñas como Santa Cruz en Lolol o Valle Secreto en Cachapoal, donde se aprecian los atractivos de las viñas: desde la interesante propuesta de vinos guardados en huevos de cemento construidos en Chile con piedras de la zona, hasta el parque de entretenciones volcados al vino, que suma museos, bodega, teleférico entre otras alternativas. El retorno a la capital posee nuevos sobrevuelos por la ciudad y los viñedos que acentúan la experiencia. El precio parte de los $ 850.000 por dos personas, costo que se modera en tanto sean más los pasajeros. Para darse un gusto en clave vino.

 

  • Don Melchor. Virginia subercaseaux 210 Pirque. Reserva vía https://donmelchor.com/reserva/
  • Viñedos de Alcohuaz. @vinedosdealcohuaz
  • Bodegas RE. Camino Lo Ovalle 1385, Casablanca. Tel. +569 9345 9114. @bodegasre
  • Santa Rita. Camino Padre Hurtado 0695, Alto Jahuel, Buin. Tel. @santaritawines
  • Montes. Parcela 15 Millahue de Apalta, Colchagua. Tel. +56 9 4181 0969. @vinosmontes
  • Miguel Torres. Ruta 5 Sur km. 195, Curicó. Tel. 75 256 4100. @migueltorrescl
  • L’Entremetteuse. Pasaje El Álamo, Nancagua, Colchagua. Tel. +569 5370 0311. @ lentremetteuseand_co
  • Chile Vuelos. Tel. +569 73611356. chilevuelos.cl. @Chile.vuelos
  • Viña Mujeres de Itata. Fundo Ñipas, Sector Manzanal, Ranquil. Tel. +56 9 8449 4355. @mujeres_itata
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