Catad’Or 2022: entre conservar las formas e iniciar la transición

Por Carlos Reyes M.

Hay estilo en las producciones de Catad’Or, un dato no menor bajo un contexto en el que parte del medio enogastronómico se esfuerza -y harto- por despercudirse de la pandemia y de la crisis social, más allá de que ambos fenómenos sigan rondando como fantasmas en medio de cualquier intento por recuperar el glamur perdido. Pero siempre ha gozado de cierta elegancia; desde sus versiones históricas noventeras, cuando era el único espacio para premiar al vino chileno y sus circunstancias.

En buena parte por eso vale reseñar las horas vividas en el Centro de Convenciones de Monticello, ese enorme complejo de diversión, que es tanto casino, hotel, arena y un peculiar reguero de restaurantes firmados por famosos televisivos -y no tanto-. Todo dirigido por un sommelier: Alejandro Farías, un dueño de casa que mucho ha tenido que ver con el giro hacia la cocina-espectáculo, con el que ha marcado la pauta mediática esta temporada. Entonces, que allí se arme la 27 edición de este certamen resultó ser una cuestión casi natural.

En la muestra previa (y posterior) a la ceremonia, en un gran salón vecino, había una selección curiosa de los espacios. En los costados, los de vino eran los puestos mayoritarios; debutantes, marcas menos conocidas entreveradas con gigantes tipo San Pedro o más locales como Valle Secreto o Chateau Los Boldos. En el centro, cerca del escenario y en los accesos principales, un reguero de productores destiladores competía, en su mayoría, por ser el gin más incitante. Por cierto había variantes de primer orden como la destilación en frío de Alchimia Brewstillery (@alchimia.brew) que redundó en notables espirituosos de cerveza y mucho más. El protagonismo destilero es una señal en eso del renovarse o morir.

Más allá de la producción, de que asistan cientos de personas y de la importancia para mucho de colgarse distintivos vistosos desde las góndolas de tiendas y supermercados, se percibe un cierto aroma de nostalgia en eso de entregar medallas en concursos. Lentamente este tipo de eventos han cedido espacio a la opinión especializada de los gurús de revistas o de publicaciones personales, que recorren el mundo marcando tendencias respecto del vino y sumándose a la carrera de los stickers en las botellas. Guías e informes versus concursos.

Los números: 27 de medallas de Gran Oro, 275 de Oro, 27 de Plata; 13 trofeos especiales por categorías y los trofeos Vinofed. En tanto la parte de los espirituosos otorgó 91 medallas con 9 de Gran Oro, 71 doradas, 11 plateadas y ocho trofeos especiales. 410 trofeos o reconocimientos que sirven para darle un empujoncito de ánimo a los equipos de trabajo, desde el enólogo hasta el vendimiador, pasando por los representantes comerciales que tienen en este tipo de galardones un motivo para llamar la atención, y por cierto vender mejor cada botella.

Fue un vino maulino el mejor de la muestra, el Sibaris Black Series syrah-carignan-grenache 2020. No es una sorpresa, por la consistencia de los vinos del equipo comandado por Rafael Urrejola, como tampoco el reconocimiento a un valle que de a poco va cobrando realce desde lo mediático. El resto de los premiados nacionales se movió por viñas y estilos tradicionales, con poco y nada de sorpresa: El mejor tinto fue para Anun Icon Blend 2018, perteneciente a Ventisquero Wine Estates. En blancos el premio mayor fue para Amelia Chardonnay 2021 de Viña Concha y Toro, de Chile, mientras que el Mejor Espumante fue para Azur Millésime 2014 Brut Nature, de Spumante del Limarí. Finalmente la Viña del año fue Casa Silva. Es decir, sorpresas, pocas en el podio, salvo la presencia de una viña extranjera compartiendo honores en los blancos: Dražina Pošip 2021, de Dražina Vina de Croacia.

Lo reconoce en parte Pablo Ugarte, cabeza del evento: “Dentro de los vinos ancestrales campesinos, nuevamente Itata con sus Cinsault y País adquieren notoriedad, así como también Biobío. No obstante, los trofeos especiales se los lleva Colchagua con cepas más tradicionales”. Quizá esa mirada conservadora tenga que ver con el corrimiento, necesario desde lo financiero, hacia los destilados.

A propósito, algunos ganadores. Mejor Pisco Transparente para Pisco Leyenda de Cerro Bramador, de Spirits Atacama; Mejor Pisco Envejecido para Alto del Carmen Volcan 40º, de Cooperativa Agrícola Pisquera Elqui; el premio al Mejor Gin fue otorgado a Gin London Dry, de Destilados Casablanca y el Mejor Sake fue para Mutsu Hassen Red Label Tokubetsu Junmai, de Hachinohe Shuzo Co., Ltd. Nada mal seguir trabajando en el terreno de los destilados, pensando en la avalancha de nuevos productores, sobre todo los nacionales, a quienes medirlos con una vara especializada les permite avanzar con otro ritmo.

 

 

 

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