Por Nadia Parra M (@vinopatrimonial)*
Publicado en El Chancho Ilustrado
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¿Por qué esto no guardaría relación con el proceso que vive nuestra sociedad?, ¿o más directamente, con lo que está viviendo el vino hace unas décadas? Es así, como todas las sociedades, países o civilizaciones enteras han vivido procesos de refundación. En cuyo contexto actual reviste en una reinterpretación de los territorios, su valor agregado, su valor en la economía local y el aporte real a la imagen país. El vino chileno ha renovado su cara. El vino de nicho ha expandido su trascendencia con su diversificación. Ha demostrado su potencial en los mercados internacionales. Y esa es la importancia de las pequeñas bodegas o pequeños productores, más allá de la imposibilidad de competir con los grandes consorcios en los mercados internacionales, relevan la imagen, el valor agregado y la cultura que vehicula un producto con cientos y cientos de años de historia.
¿Como se debe seguir mostrando el vino?, ciertamente, como un producto cultural que forma parte de nuestra historia local, que logra transmitir lo que somos, nuestra diversidad, en nuestra pluralidad en pleno apogeo y metamorfosis, la que de seguro podremos comprender plenamente en algunos años con mayor claridad.
El Movimiento de Viñateros Independientes MOVI, o la normativa técnica de calidad VIGNO, que reagrupa a los Viñadores de Carignan, supieron instalar una identidad local con sentido de origen, destacando el vino más allá de ser un simple commodity. Y sin olvidar muchos agentes que a través de la gastronomía que han revelado el valor de los productos endémicos, recolectores o locales, integrando el vino como parte de ellos. Es el caso de Javier Avilés y Florencia, con la Pulpería Santa Elvira, o la Bodeguilla de Cristóbal, que desde años sigue siendo el refugio de muchos. También algunos wine dealers, como Alan Grudsky, Diego Edwards y Juan Jaeger, que promueven la oferta de pequeñas producciones de gran calidad que no ingresan por temas de volumen al circuito del gran retail.
Asimismo la Asociación de Mujeres del Vino, MUV, que fue concebida como una asociación sin fines de lucro, como plataforma multidisciplinaria y participativa que tiene por finalidad promover el trabajo femenino en el sector del vino, siendo este un espacio por muchos años relegado a lo masculino, invisibilizando la participación y gran aporte de la mujer al rubro. No olvidemos que todo este gran proceso involucra a Mujeres, las que han promovido con voz propia sus territorios, su forma de ver el vino desde distintos espacios.
Chanchos Deslenguados lanzó la piedra. Nos educó, nos conectó, con lo esencial, la tierra y sus productores. Y está ocurriendo ahora, y eso es justamente lo más motivante, que todos estamos siendo agentes y testigos de una gran renovación o eclosión, llena de vida, creatividad, independencia, variedad estilística con un fuerte y muy responsable foco en la sostenibilidad, y por sobre todo en una excelente calidad. Por cierto, todo esto en su conjunto nos permitirá de seguro mantenernos como el primer país exportador del nuevo mundo, pero mayor impulso tendrá a través de la comprensión e inclusión de todo nuestro territorio.
Observar como modelo los países desarrollados y a sus pequeños productores, que enriquecen la economía local y son la base de una economía saludable. Todo aún está por venir, no sabemos con certeza cómo. Queda mucho por hacer, pero algo seguro, es que la asociatividad, la colaboración, la participación, como los espacios que abrió Chanchos Deslenguados, seguirán siendo una gran fuerza.
*Licenciada en historia del arte, Master en Comunicación y Crítica del Arte y Cultura, dedicada a la promoción de la cultura y patrimonio vitivinícola. Colaboradora en Viaje al Sabor.