Carlos Reyes M.*
Le Pac no existe… por ahora. Mañana quién sabe pero de momento es una maqueta, un invento. Se trata de una marca de pisco idéntico al elaborado por la Cooperativa Pisquera del Elqui para su marca clásica CAPEL, en su versión 40° y basado en la cepa Pedro Jiménez, por cierto la más abundante de todas las uvas nacionales para el destilado. O sea, una producción habitual para el medio nacional, mainstream, de botillería, pero puesto en otro envase; con una etiqueta más oscura, letras doradas y formas para dar a entender al gran público una calidad superior. Al menos más que la original, creada en la década del ’30 del siglo pasado. Les ha ido bien, porque se suma al factor novedad eso de saltarse el desgaste de una marca, debido al tiempo y a viejas malas decisiones que le dieron a la industria completa, un mote tristemente célebre: cañero.
Nota técnica: beber en exceso, lo que sea, provoca casi siempre resaca sin la debida hidratación complementaria. En el caso de los destilados, son las diversas impurezas del proceso las que generan aquel efecto tan poco bienvenido. Esos posibles residuos han sido reducidos continuamente, al menos desde la década de los ’90, en la industria pisquera nacional. En esos tiempos de producción intensa debido a la “Guerra del Pisco” entre Control y Capel, no se trabajaba con el debido cuidado, dando como resultado una oleada de botellas cañeras, sobre todo las de baja graduación, afectando la reputación de todos los productores con ecos que resuenan hasta hoy.
Por esa causa todas las destilerías de la zona descartaron la línea 30° a contar de esos tiempos. Sencillamente la mataron y enterraron, siendo que es la graduación ideal para disfrutar del perfil aromático y de sabor en el pisco, o en cualquier otro destilado.
https://www.youtube.com/watch?v=6B5fuYyUS-Q
El hecho de generar esta campaña -y que tuviera el impacto esperado- es señal de que aquel estigma permanece entre los consumidores, aun cuando la calidad en la industria ha mejorado con los años, a niveles mucho más bajos por los permitidos por la ley. Y a falta de un relato técnico y racional, pues bueno, se viene la emotividad. ” El pisco puede ser bueno, pero si la gente tiene un prejuicio o una percepción negativa de la marca, evidentemente aunque nunca lo haya probado, va a decir que el pisco es malo”, dice el especialista en neuro marketing Miguel Angel Ruiz, en el video que CAPEL lanzó para la ocasión y que es una tendencia en redes sociales a contramano de racha política del momento.
Aquel hándicap por estos días se usa a su favor. Y tal vez sea la oportunidad para que Le Pac sea parte de otra realidad, un tanto alejada de las luces del mercadeo: la de otras marcas por encargo que figuran en la geografía pisquera.
Se trata solo eso: etiquetas por encargo y elaboradas en su gran mayoría por dos grandes empresas: Pisquera Río Elqui en el valle homónimo y Malpaso, en el vecino Limarí. En el caso de la primera sostiene marcas como Diablo y Sagrado Corazón; del otro, El Gobernador o 1733. Todas figuran en un portafolio hecho a la medida de quienes los solicitan, aunque convengamos que con ligeras diferencias entre sí para lograr cierta distinción. Eso, aparte de las etiquetas y el marketing asociado para un mercado, que por lo demás consume prácticamente todo el pisco hecho en Chile (y buena parte del peruano).
Nos gusta el destilado, qué duda cabe, y es buen negocio desarrollarlo. No se trata de botellas de baja calidad, son ensambles bien logrados. Algo común también en la industria del gin, del vino y de la cerveza, donde aquellas etiquetas son el papel de una maquila uniforme. Solo que esta vez una eficaz anticampaña, una de las pocas que ha marcado presencia nacional en los últimos años en torno al pisco, entrega la oportunidad de ponerle algo de foco al tema de la uniformidad del contenido dentro de la botella. Litros y litros de pisco que tienden a opacara a la serie de emergentes destilerías, pequeñas y artesanales, que despuntan en el ambiente criollo buscando su propio espacio. Alejados de la uniformidad y rebarajando el naipe de la diversidad en el sabor del destilado nacional por excelencia.
“Las cosas claras, y el pisco, Capel” versó una joven Raquel Argandoña en una célebre campaña de los años ’80, en plena disputa por la hegemonía pisquera nacional. Sus ecos aún perduran.
Autor de la crónica “La Revancha del Pisco”, parte del libro Viaje al Sabor 2: crónicas gastronómicas de un Chile que no conoces (2019).