Crítica de restaurantes. Rancho Cunaquino, en Cunaco: a todo campo

Por Carlos Reyes M.
Publicado en revista LA CAV, agosto 2022.

En el medio del salón, el brasero encendido y encima una tetera grande, vaporeante invitando como lo haría el más amable de los anfitriones. Es una táctica de calidez combinada con un comedor de piso rojo, más mesas cuya sencillez se cubre de manteles blancos y un aire casero. Es que tras medio siglo de trayectoria en el Colchagua profundo, allí se sabe atraer con los códigos del campo. Más si luego del saludo de rigor, una previa con pebre suave, aceitunas sajadas, cortes de cebolla en escabeche y pan calentito, es la antesala de platos llenos del delicioso rigor culinario centrino tradicional.

Pudo ser perfecto si la mayonesa hubiera sido casera, pero el detalle en absoluto fue enemigo de lo bueno de su lista de platos, cantados en la mesa, sin carta y anotando para que la cocina, pegada al salón vaya entregando sabores y saberes perdurables. La terneza absoluta, jugosa y tibia de la Malaya rellena de huevo, zanahoria y toques de pimentón ($ 12.500) parece detener el tiempo gracias a su equilibrio de sabor y sazón delicada. Acompañada por una ensalada de repollo, de brócoli más palta (todo sazonado previamente), apareció el invierno en una versión amable, rota apenas por un tomate bien tratado pero que no hace falta en esta temporada.

La lista puede ofrecer, además, perniles, porotos con longaniza, lentejas, carnes mechadas. Un menú invernal que suele mutar conforme pasan los meses. Aunque hay platos ancla, seguro, como un Lomo a lo pobre ($ 13.000) con papas de la casa, cortadas allí, gruesas y tan golosas como el par de huevos de campo que le acompañan. La generosa porción de Pollo asado con agregado ($ 11.000) jugoso y bien blandito, se acompañó de un arroz de esos con sello de mamá, un poco grumoso pero de esos que saben atesorar el sabor de las carnes.

Cerrar con una Leche asada ($ 3.000) cocinada con paciencia, con poco aire dentro y mucha cremosidad, dieron cuenta de una cocina en donde abundancia, cantidad, calidad y sobre todo sentido de origen centrino y colchagüino, pueden caber entre cuatro paredes.

De los vinos: es poco, demasiado poco la verdad. El punto débil -junto a la mayo industrial- porque apenas aparece un par de opciones, al menos de la zona y un vino de la casa sencillo y que supo acompañar la comida. En este caso, el valle es demasiado grande como para no adentrarse en sus variadas botellas.

Dirección: Ignacio Valdés s/n, Cunaco.
Teléfono: 72 285 8305 y +56 9 9435 6517.

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