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Comentario de restaurante. El Veguita: costa sencilla, costa sabrosa

En Tongoy es posible disfrutar de un lugar sobrio, confiable, chileno y pleno de comida marina. Hay mariscos bien tratados y pescados difíciles de hallar en otras costas, servidos con cariño cocinero lleno de saber local.

Carlos Reyes M.

En Tongoy es posible disfrutar de lugares sobrios, confiables, chilenos y plenos de comida marina. Se puede ser como El Veguita, en la costanera del balneario de la costa coquimbana. No tiene rutilancia de otros vecinos y tampoco es un invisible del borde costero. De entrada luce una buena terraza de cara al mar, ideal para unas cuantas familias completas, da la bienvenida a un interior donde no falta ni sobra nada.

Es en la mesa donde se habla claro: una lista no más allá del canon del comedor de caleta -o de chiringuito, en clave más internacional-, con empanadas, pescados fritos, a la plancha, caldillos, papas fritas, ensaladas surtidas. Un par de marcas de vinos (¿Qué sería del país costero con la diversidad que hoy existe solo unos pocos y atentos conocen?), otras tantas de cerveza, dan pie a una normalidad, rota por un espíritu de corrección culinaria que se agradece. Un ejemplo está en sus empanadas de fritura impecable, que redundan en una masa fina y crocantita. El pino, de mariscos donde se dejan ver camarones chilenos, algo de lapas y poco más, envueltas en un sofrito equilibrado, con el encebollado evidente pero fino -sin repeticiones posteriores- que resaltó lo que uno busca: sabor marino condimentado, no al revés.

En paralelo, piures de un rojo casi fosforescente, bien bien limpios, con ese sabor de frescura que se antepone a todo lo demás. Algo de cebolla morada cortada en pluma -un guiñito a la peruanidad- y algo de limón, aunque con aceite de oliva al lado para el aliño.

De fondo, apañado. Pescado de roca -o de peña por esos lados- de carne intensa en sabor, pero a la vez de una delicadeza que se queda dando vueltas por meses en la cabeza. Para su precio, rozando los $ 10.000 es una ganga. Sí, así es: en muchas otras partes darse ese gusto tendría otros valores. Acompañando, papas fritas peladas y cortadas en casa, como un lujo sutil de esos que cada vez se ven menos seguido.

Varios pendientes quedaron: los caldos y sopas marineras, los chupes, un picante de locos, los arroces. Como para volver y probar mientras el sol pega y el viento marino mece.

Playa Grande s/n, Tongoy.
Tel. 51 239 1997
@elveguita.restaurant

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