Crítica de restaurante. Casa Las Cujas: de música ligera

Carlos Reyes M.

Restobar, restopub, restaurante informal, puede decirse de tantas maneras como la cantidad de locales que caben en Alonso de Córdova siguiendo ese camino. Son hartos, una retahíla encandilada por una moda más que evidente: música ambiente, estilos de servicio, brillos, técnicas al plato similares. Es la manera 2021 de irse a la segura, el timbre de estos momentos de pospandemia primeriza.

Casa las Cujas no desentona en ese hábitat, buscando distinción gracias a una oferta de mariscos frescos a todo evento. Le sacan partido a eso, porque es complejo funcionar con nombre propio en sitio ajeno, en la casona negra de la tienda Coquinaria.  No encaja mucho en realidad, es el decorado de quien pide prestado el patio del vecino para funcionar. Pero lo hace y sus mesas se llenan -conviene reservar- en buena parte gracias a una lista coctelera interesante, colorida, sin tanta complejidad mixológica, sumado a una atención acorde con el estilo, rápida y precisa en local lleno.

Entrando a la comida, de partida, cierta exageración marquetera: la cortesía es un pan con pebre. Raro anunciar algo extendido como extra en el 98,9% de los restaurantes chilenos. El tema es que genera expectativas, en este caso, excesivas, porque se trata de un pan industrial -Kingsbury-, escaso y con el acompañamiento mucho más fresco que picante -la constante N°1 del barrio- sin ser insípido. Mucho acuerdo comercial puede ser un contrasentido en esta época de inclinaciones más caseras al plato. Luego, la promesa del frescor se cumple. Machas en salsa verde ($ 9.900) significan una docena de lengüitas medianas, ligeramente puestas al vapor, perfectamente ordenadas rodeando el plato y en el centro, el picadillo de cebolla y cilantro, finito y azuzando la frescura marina que derrocha el plato.

Con un coctel cítrico acompañando, hizo buena junta y en quien suscribe generó la ambición de ir por más. Así que de segundo y obviando una lista considerable de rolls y sus derivados (parte de la eterna repetición del menú en todo ese barrio), el Plato del día supo a buena idea; el misterio cotidiano que suele despercudir al cocinero era una buena forma de romper la barrera de lo habitual. Tarde, con viento fresco, un Caldillo de congrio como placer a contrapelo de la rutilancia. Un caldo con papas recocidas y exceso de merkén (parte de la interpretación desde esa cocina, porque nunca ha tenido) borronearon un sabor que parecía interesante, entre tanto aliño que lo taponeó.

Aparte: no se entiende demasiado que perteneciendo a los mismos dueños del local inmediatamente pegado -Jardín Secreto- tengan una carta tan similar (idéntica en los postres), un estilo tan similar, que los hace ver como primos hermanos vestidos con un mismo traje, en una zona con inspiración parecida. Ir por algo diferente podría darles más juego.

Alonso de Córdova 2437, Vitacura. www.casalascujas.com

Comparte: