Se da el tiempo entre la práctica de la sicología y un negocio familiar, para cada tarde ir construyendo armatostes singulares en un rincón de su casa en Olmué. Shakib Abosaleh las llama cornamusas, palabra que puede significar el lugar donde se amarran los encordados de yates y barcos, o un viejo instrumento musical de viento. Para él trata de carros. Unos hechos con ruedas de fierro que recolecta desde los campos de la zona Centro Sur. Luego los integra a punta de soldadura, a estructuras pensadas para el fuego de la leña o del carbón. Van tomando formas diversas conforme los materiales y la inspiración le vayan dictando el destino de la forma. Partió con una para él y en un año y medio lleva más de 25, avanzando a diario en oficio nuevo para él, nacido de las ganas de reinventarse tras la revuelta y la pandemia. Un camino de fuego, humo y sabores, que vale la pena apreciar.
Precio: desde $ 750.000
Instagram: @lacornamusa