EDICIÓN ESPECIAL. Pedro Codoceo, pescador y dirigente en Los Vilos

En esta ocasión conversamos con el pescador y dirigente del Sindicato de Caleta San Pedro en Los Vilos, sobre la importancia de la unidad en el oficio pesquero artesanal, los viejos tiempos de itinerancia marina de norte a sur y cómo tomaron conciencia de la importancia de cuidar los recursos pesqueros, hasta llegar a "cultivar…

En el pasado los pescadores como Pedro Codoceo se lanzaban a una itinerancia que hoy suena imposible: viajar por mar, con sus botes, a lo largo de todo el norte chileno. Solo por algunos días se mantenía encaletado en cualquier paraje costero que le diera refugio a él y sus colegas. Por tierra iban camionetas, camiones, asentándose donde ellos estaban, proveyendo de víveres, de agua, de repuestos y aparejos. “Hasta Arica llegamos”, cuenta; fueron dos años de recorrido que con holgura da para un relato enmarcado dentro de un libro, quizá de un documental. Lo cierto es que eso forma parte de un pasado en que la pesca artesanal era, en la práctica, un oficio que no distaba mucho de la libertad de los primeros hombres y mujeres que recorrieron los mares hace miles de años.

Ahora eso sería imposible. Primero porque son muchos; segundo, porque esos muchos han presionado los recursos marinos hasta que, en algún momento, prácticamente vaciaron la costa cercana de mariscos y pescados. Y así como vivió ese recorrido de gitanos del océano, Codoceo también padeció de la depredación de otros tantos buzos y mariscadores, que en las décadas de los ’80 y ’90 terminaron, por ejemplo, con las millones de machas que alguna vez vivieron en las playas de Los Vilos, su lugar de vida.

Así comenzaron a organizarse de manera independiente, cuenta, para conseguir controlar la extracción de lapas, locos, piures y pesca de roca cercana. Desde fines del siglo pasado que su liderazgo y el de otros pescadores, ha conseguido generar más de una decena de áreas de manejo en su costa vileña. Algunas dependen de su sindicato, donde perviven y se controla la vida marina destinada al comercio. También su organización ha liderado convenios con diversas universidades regionales, tendiendo a buscar soluciones para mejorar la producción pesquera a pequeña escala.

Cultivos de pescados en tierra o la liberación de miles de congrios juveniles en abril pasado, forman parte de esos esfuerzos de conservación. Y aunque dice que se trata solo de estudios acuícolas que no alcanzan para generar más trabajo en su comunidad, de todos modos él y sus colegas colaboran. Quizá pensando en una de las máximas entre los pescadores de esa localidad al sur de la Región de Coquimbo: “el mar no es nuestro, es de nuestros nietos”.

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