EDICIÓN ESPECIAL. Rodrigo Flores, pescador, en la proyección y defensa de Punta de Choros

Conversamos con este hijo y nieto de pescadores, además dirigente, sobre la comprensión y goce sobre la pesca sustentable, los desafíos puestos por la pandemia al turismo, la identidad changa y la defensa del patrimonio natural.

Punta de Choros supone un espacio singular dentro de la geografía pesquera. Se parece a lugares como Taltal y Lebu, en eso de asomarse un poco más hacia el océano, conectándose de mejor forma con la corriente de Humbolt, que desde bien al sur provee de aguas frías y por ende, una enorme cantidad de recursos a sus costas. Por eso es una de las más importantes zonas proveedoras de locos en todo el país, sumado a una pródiga despensa de peces de roca y alta mar, entre muchas otras cosas. Es por eso que la gastronomía caletera es otro de sus atractivos, además de complementarse con el interés turístico movido por la Reserva Nacional Pingüino de Humbolt, que convoca a quienes se interesen por las formas de vida costera del Norte Chico.

Es también tierra de desarrollo sustentable, tras casi una generación en la que los pescadores de la zona, como Rodrigo Flores, sus padres y abuelos, se dieron cuenta de la importancia de mantener un área de manejo para de esta forma obtener, de verdad, recursos renovables en abundancia. Aquello les ayuda a mantenerse dentro de la actividad, un estilo de vida esforzado pero que llena de vitalidad a quien lo practica. Energía que vuelcan además en otros afanes como son los del turismo: paseos en lancha y la pesca deportiva -de la que ya tienen fama internacional- les complementa el sustento, en un territorio que defienden con dientes y muelas de la depredación industrial que los acosa desde hace más de una década.

Pero también los desafíos van por el lado de cómo afrontar la próxima temporada turística, bajo el signo de la pandemia Covid-19, en la que verán aforos reducidos en botes y restaurantes, bajo un control constante organizado por una comunidad, de la que él es dirigente. Se viven tiempos interesantes en el Punta de Choros, pero también de esperanzas apuntaladas en un paisaje único y pesca responsable.

 

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