No hay que dejarse llevar por las apariencias, por esa palidez verdosa, dorada. Si bien en nariz ya lo desmiente, en boca revela esta oposición: un exuberante frescor llevado por la tensión de su acidez, ambos en balance. Sin ninguna timidez.
Asombra porque se trata de un vino camaleónico, que cambia de manera evidente con cada diferente acompañamiento. Complejo, se escabulle y destella un nuevo aroma. Pueden ser hierbas, piña fresca, una sensación al sur de Chile. Luego, sabor sorbo tras sorbo, mutando minuto a minuto. Eso sucede con muchos vinos pero que en este caso se acentuó de manera apabullante. Entonces vale la pena detenerse con cada sutileza que regala. Después de varias opciones, unas machas a la parmesana le vinieron a la perfección. Exaltaron la cremosidad del vino, ese peso en boca a veces necesario.
En ese sentido es un vino desafiante.
Pienso en todas las preguntas que podría haberle hecho a María Victoria Peterman, la impulsora de este terruño y de este vino, nacido de un campo de dos hectáreas en Perquenco, valle del Cautín. Este comentario es una manera de rendir homenaje póstumo a tamaña aventura personal, mientras lo sigo bebiendo y descubriendo.
Alto las Gredas 2016
Perquenco, Valle del Cautín
100% chardonnay
Precio de referencia: $ 22.000.
Por
@vinopatrimonial