Bienvenidos a la pequeña Caracas de Quinta Normal

Llevan poco más de dos años, cuando un grupo de venezolanos comenzaron en la esquina de Santo Domingo con la caletera de Ruta 5 -más conocida como General Velásquez- a hacerle compañía a un solitario puesto de tortillas con chicharrones cocinadas a la leña. Ahora, a veces, ese cocimiento portátil aparece; lo que perdura y crece es la serie de carromatos de comida, de todos tamaños y formas, que llevan el sabor de su país a ese sitio abierto de Quinta Normal. Son 25, dice uno de los locatarios, aunque tal vez sean muchos más si se cuentan otros pequeñísimos puestos. Los grandes y establecidos funcionan hasta en carromatos de dos pisos. Son ideales para mirar cómo crece este enclave llanero. De la oferta: muchas hamburguesas (la mayoría) y hot dogs a la venezolana, vale decir con coleslaw (repollo en salsa agridulce) y papas fritas que le dan el crunch doble a la mezcla. Pasan patacones, cachapas, tequeños; también pepitos, esos sandwiches de muchas cosas y basados en carne, que pueden llegar a pesar hasta seis (¡seis!) kilos en Bambino’s Burguer, uno de los comedores grandes de la zona.

A eso de las 19.00 horas aparecen los primeros. Un par de horas más tarde la acción se desata y perdura hasta tarde. Comida a veces portátil, otras no tanto y por lo mismo servidas para compartir en comedores al aire libre. Lo que hay es sabor, harto, sumado a precios convenientes (desde $ 1.000 el perrito caliente) con el estilo callejero de la comida rápida que llegó para quedarse. Cosas de la migración.

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