Romaria: cerca de la revolución

Romaria es una pizzería que durante el almuerzo del día 23 de octubre no tuvo pizzas. “Estamos sin luz, solo hay ensaladas y pastas” se disculpó el garzón. Alude a un corte de energía corroborado por un interior oscuro y sin música. Eso le da un toque lúgubre, oficinístico, algo amplificado por muros y puertas grises contrastados por las letras amarillas que señalan el local. Ese color figuró mucho más rutilante la noche del viernes 18, cuando Sebastián Piñera junto a su familia celebraron a uno de sus nietos. Allá se pegó esa célebre arrancada, casi una de las “Piñericosas” a las que se le acostumbraba decir a sus salidas de libreto. Ahora quién puede decir eso. Lo cierto es que allá fue donde decidió soslayar el estallido social, que hasta hoy zamarrea lo más profundo de sus convicciones, personales y políticas.

Ese que además le hizo sacar al ejército a la calle, que junto a carabineros han acumulando un reguero de muertos y mutilados de la vista, que sin duda volverán para aparecérsele hasta el final de su mandato. Por qué no, hasta el final de sus días. Un paso en falso entre tantos que ha dado la verdad. De los que encendieron la mecha y hasta reseñado en un diario como el italiano Corriere della Sera, que algo debe saber sobre masas a la piedra.

Que no hubiera pizzas, usualmente balanceadas y crocantes, resultó una pequeña decepción; por supuesto incomparable a las tantas que han ocurrido en los últimos días y durante tantos años y para tanta gente. Así que a modo de alternativa (acá existen, no sé si sea el caso del presidente) acudí a las pastas. Posee una breve lista con tres fetuccini, dos ñoquis y otro par de ravioles, denotando con eso su espíritu de local sencillo y económico comparado al promedio del barrio, uno de los más caros de Chile -sino el más- a la hora de sentarse a una mesa.

La pasta fresca de espinaca ($ 9.300) no estaba muy consistente pero la cubría una efectiva salsa basada en zanahoria y aceite al ajo, donde resaltaba el sabor de berenjenas, zapallitos, tomates cherry y fondos de alcachofas asados. Sabor primaveral. De postre una Panacota (sic) ($ 4.000) sin la textura delicada de la preparación italiana; más bien gelatina cremosona, sin más brillo que una salsita de maracuyá a su lado.

Sí, me quedé con ganas de más. Porque de seguro tiene otras cosas que mostrar y lo hará cuando allí vuelva la luz y cierta normalidad, que de momento no aparece por ninguna parte. Romaria es un lugar recomendable para comer sin pensar demasiado, más allá de haberte tocado la fortuna, buena o mala (depende de la posición de cada uno), de colarse en la historia chilena como el lugar donde se atizó una primavera, que muy pocos olvidarán en este país.

Av Vitacura 3396, Vitacura. www.facebook.com/romaria.cl

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